Dos documentos gráficos de un mismo hecho contado desde perspectivas diferentes.
El 12 de Octubre de 1936 durante la apertura del curso académico, que coincide con la 'Fiesta de la Raza' decretada por los nacionalistas, Unamuno improvisa un famoso discurso en el que sentencia "Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha."
1) El vídeo extrae citas de Unamuno desde días antes del 12 de octubre hasta su muerte.
2) Documental que explica el episodio protagonizado por Unamuno en la Universidad de Salamanca.
El 12 de Octubre de 1936 durante la apertura del curso académico, que coincide con la 'Fiesta de la Raza' decretada por los nacionalistas, Unamuno improvisa un famoso discurso en el que sentencia "Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha."
El vídeo extrae citas de Unamuno desde días antes del 12 de octubre hasta su muerte.
IV Nuestras horas son minutos cuando esperamos saber, y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender.
X La envidia de la virtud hizo a Caín criminal. ¡Gloria a Caín! Hoy el vicio es lo que se envidia más.
XXIII No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada; yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas.
XXI Ayer soñé que veía a Dios y que a Dios hablaba; y soñé que Dios me oía... Después soñé que soñaba.
XLI Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber; lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed.
XLIV Todo pasa y todo queda; pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.
LIII Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
Desde Literatura Multimedia, se ofrece el enlace a las diez canciones del disco de Serrat en el que pone música a los poemas de Miguel Hernández. Así mismo, en esta misma página, puedes encontrar más letras y versiones musicadas del mismo autor. Sólo tienes que viajar por el blog desde esta entrada haciendo clic en "Entradas anteriores".
Desde esta página de la Diputación de Valladolid, puedes descargar el CD "Poesía necesaria" con una antología de versiones musicadas de poetas españoles del siglo XX.
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo. Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.
SONETO XXV
Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.
Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.
Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,
todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.
Yo escribí cinco versos uno verde, otro era un pan redondo, el tercero, una casa levantándose, el cuarto era un anillo, el quinto verso era corto como un relampago y al escribirlo me dejó en la razón su quemadura, y bien los hombres, las mujeres, vinieron y tomaron la sencilla materia, brizna, viento, fulgor, barro, madera, y con tan poca cosa, construyeron paredes, pisos, sueños. En una línea de mi poesia secaron ropa al viento, comieron mis palabras, las guardaron junto a la cabecera, vivieron con un verso, con la luz que salió de mi costado, entonces llego un crítico, mudo y otro lleno de lenguas, y otros, otros llegaron ciegos o llenos de ojos, elegantes algunos, como claveles con zapatos rojos, otros estrictamente vestidos de cadáveres, algunos partidarios del rey y su elevada monarquía, otros se habían enredado en la frente de Marx y pataleaban en su barba, otros eran ingleses, sencillamente ingleses, y entre todos, se lanzaron con dientes y cuchillos, con diccionarios y otras armas negras, con citas respetables, se lanzaron, a disputar mi pobre poesía, a las sencillas gentes que la amaban. Y la hicieron embudos, la enrollaron, la sujetaron con cien alfileres, la cubrieron con polvo de esqueleto, la llenaron de tinta, la escupieron, con suave beningnidad de gatos, la destinaron a envolver relojes, la protegieron, y la condenaron, le arrimaron petróleo, le dedicaron húmedos tratados, la cocieron con leche, le agregaron pequeñas piedrecitas, fueron borrándole vocales, fueron matándole sílabas y suspiros, la arrugaron e hicieron un pequeño paquete, que destinaron cuidadosamente a sus desvanes, a sus cementerios, luego se retiraron, uno a uno, enfurecidos hasta la locura porque no fui bastante popular para ellos, o indignados de dulce menosprecio, por mi ordinaria falta de tinieblas. Se retiraron, todos, y entonces, otra vez, junto a mi poesía, volvieron a vivir mujeres y hombres, de nuevo hicieron fuego, construyeron casas, comieron pan, se repartieron la luz, y en el amor, unieron relámpago y anillo. Y ahora perdonadme señores que interrumpa este cuento que les estoy contando, y me vaya a vivir para siempre con la gente sencilla. (ODAS ELEMENTALES)